El Poder de Practicar la Gratitud: Beneficios para la Mente y el Cuerpo
La gratitud abarca mucho más de lo que sugiere el término en su sentido literal. Ser agradecido con alguien por algo positivo que ha hecho por nosotros es, sin duda, maravilloso y correcto, pero presupone una contrapartida, una razón para ser feliz y una persona hacia quien dirigir nuestra benevolencia. No se reduce simplemente a decir "gracias".
En un sentido más amplio, la gratitud es un enfoque general hacia la vida, desinteresado y a priori, sin causa ni fin, sin retorno ni justificación. Significa ser consciente y agradecer cada pequeño aspecto de nuestra vida cotidiana, solo por estar allí—vivos, sanos y presentes—para experimentarlo, en lo bueno y en lo malo.
Al principio, esta perspectiva puede parecer compleja y difícil de aplicar, incluso más extrema en su positividad que la atención plena. Pero pronto se convierte en una mentalidad, extremadamente beneficiosa para la mente, el cuerpo y las relaciones con los demás: nos hará menos estresados, nos ayudará a hacer amigos más fácilmente, resolver conflictos familiares y, tal vez, incluso aliviar esa molesta acidez estomacal.
Gratitud y Felicidad: Un Vínculo Estrecho
"Pero tengo tantos problemas, ¿por qué debería estar agradecido?" es probablemente la primera objeción que muchos de ustedes están planteando mentalmente a este enfoque. Es cierto, pero el hecho es que hay una correlación probada entre cómo nos relacionamos con la vida y los problemas, y cómo logramos superarlos. Llámenlo "karma" o simplemente "tomarlo con filosofía," pero ser agradecido por lo que tenemos, por cada pequeña cosa buena, desvía la atención hacia lo positivo y minimiza lo negativo.
Puedes haber tenido un mal día en el trabajo, haber discutido con un colega y tal vez incluso haber rayado tu coche en un estacionamiento... pero si en lugar de concentrarte en estos aspectos objetivamente negativos, los pones en perspectiva, todo te parecerá menos terrible.
Al final, el sol está brillando, tu pareja, tus hijos y/o tu perro te esperan en casa, amándote incondicionalmente. Tienes comida en la mesa, un trabajo, un nuevo atuendo para usar y un libro para leer.
La gratitud es un amplificador de la felicidad: cuanto más agradecido eres, más notas las muchas pequeñas cosas hermosas en tu vida, más feliz te vuelves. Y cuanto más feliz te vuelves, más agradecido eres por lo que tienes. Sencillo, ¿no? Es un verdadero círculo virtuoso.
A menudo, aquellos con un historial de grandes problemas personales, traumas o enfermedades graves, son paradójicamente más propensos a desarrollar gratitud precisamente porque son más conscientes de la importancia de las pequeñas cosas y el paso del tiempo. Por ejemplo, aquellos que han pasado mucho tiempo en el hospital conocen bien la sensación de entusiasmo y emoción al estar de nuevo en casa, en su propia cama, comiendo su propia comida... y serán mucho más agradecidos por ello que aquellos que dan todo esto por sentado.
Generosidad y Gratitud: Dar y Recibir
La gratitud no solo se relaciona con la felicidad sino también con la generosidad. Cuanto más agradecidos somos, más felices nos volvemos; cuanto más felices nos volvemos, más inclinados estamos a dar.
Ser generoso es una manera de devolver, de hacer circular el bien que percibimos como parte de nuestra vida, para que también toque a los demás. La generosidad puede significar hacer voluntariado o donar a la caridad, pero no solo: no se trata solo de compromiso social o donaciones monetarias.
Puedes ser generoso con tus actitudes diarias: ayudar a un turista que pide indicaciones en lugar de seguir adelante, saludar a un anciano solitario en un bar y charlar en lugar de ignorarlo, ayudar a un niño que se ha raspado la rodilla al caer de la bicicleta...
Te darás cuenta de que estos pequeños gestos te beneficiarán más a ti que a la persona que ayudas, y esto te hará sentir cada vez más feliz y agradecido.
Entrenamiento en Gratitud: Lleva un Diario
La gratitud es una práctica que se puede entrenar y perfeccionar diariamente. Un buen ejercicio de gratitud es, por ejemplo, llevar un diario en el que cada noche anotes tres cosas por las que estás agradecido ese día.
Escribir lo bueno que nos ha sucedido, incluso en los peores momentos, lo hace más concreto y significativo. Leer el diario retrospectivamente nos mostrará también cuánto de bello vivimos cada día.
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